Rosquillas de San Isidro o rosquillas del Santo, la receta más popular de las romerías

En Madrid se conocen como rosquillas de San Isidro o simplemente rosquillas del Santo, pero en realidad son parte de cualquier romería en muchas partes de nuestra geografía. Si haces memoria seguro que alguna vez te han comprado algunos de estos dulces atados en una varilla de mimbre o similar para que los tomaras de merienda en alguna tarde de feria.


Ingredientes para hacer rosquillas

Para hacer las rosquillas básicas o rosquillas tontas

  • Aceite de oliva virgen extra de sabor suave, 50 g
  • Ralladura de la piel de un limón
  • Licor de anís, 50 g
  • Azúcar blanquilla, 100 g
  • Huevos L, 3
  • Impulsor químico tipo Royal, 16 g (un sobre)
  • Harina de trigo floja, 400 g
  • Sal, 1/8 cdta

Para el glaseado de las rosquillas listas

  • Clara de huevo, 1
  • Sal, 1/8 cdta
  • Zumo de limón o esencia de vainilla, 1 cdta
  • Azúcar glaçe, 175 g
  • Colorante amarillo, opcional

Las rosquillas de San Isidro pueden ser de varios tipos, aunque todas ellas parten de la misma masa básica:

  •  Rosquillas tontas: Son las más sencillas ya que no llevan ningún tipo de baño ni cobertura.
  •  Rosquillas listas: Llevan un glaseado de azúcar al que se suele añadir un toque de limón.
  •  Rosquillas francesas: Llevan una cobertura de granillo de almendra.
  •  Rosquillas de Santa Clara: Están recubiertas por un merengue seco.

Así se hacen las rosquillas tontas:

01: Preparar la masa de las rosquillas

Precalentamos el horno a 200ºC.

En un bol ponemos la harina, la sal, el impulsor, los huevos, el azúcar, el anís, el aceite y la ralladura de la piel de limón. Mezclamos bien hasta que se forme una masa.

Enharinamos un poco la encimera, volcamos la masa sobre ella y seguimos amasando hasta tener una bola. La enharinamos, ponemos la bola de masa de nuevo en el bol y la tapamos con un paño.

La dejamos reposar 20 minutos.

02: Dar forma a las rosquillas

Una vez que haya reposado la masa cortamos porciones de 30 g que amasaremos para formar bolitas. Una vez hechas las bolitas, basta introducir el dedo en el centro y hacer girar la masa para hacer un agujero grande, pues durante el horneado las rosquillas aumentan su volumen y el agujero tiende a cerrarse.

03: Hornear

Las rosquillas formadas las vamos colocando sobre una bandeja forrada con papel de horno y dejando al menos cinco o seis centímetros de separación entre ellas. Necesitaremos hornear varias tandas.

Bajamos la temperatura a 180ºC y horneamos durante 18-20 minutos. Si vamos a hacer rosquillas tontas, las dejamos 20 minutos hasta que estén bien doradas, si las vamos a glasear después para hacer rosquillas listas, con 18 minutos será suficiente.

04: Enfriar

Ponemos las rosquillas sobre una rejilla y esperamos a que se enfríen lo suficiente como para poder manipularlas sin quemarnos.


05: Preparar el glaseado de las rosquillas listas

Para preparar el glaseado ponemos el azúcar glaçe junto al zumo de limón o la esencia de vainilla, la sal, la clara de huevo y, opcionalmente, una pizca de colorante amarillo, en un procesador de alimentos y batimos durante un par de minutos a velocidad baja hasta tener una mezcla homogénea.


06: Glasear las rosquillas listas

La forma más sencilla para glasear las rosquillas sin desperdiciar glasa es poner esta en un bol pequeño e ir mojando las rosquillas en la glasa.

Otra opción es meter la glasa en una manga pastelera con una boquilla fina y dejar caer hilos de glasa sobre las rosquillas.

Después ponemos estas con la glasa hacia arriba sobre una rejilla de horno que meteremos en el horno apagado pero que aún conserve el calor residual del horneado y con la puerta ligeramente entreabierta. Así conseguiremos que la glasa endurezca y quede crujiente.

07: Servir las rosquillas


Servimos las rosquillas cuando estén completamente frías y con la glasa completamente endurecida. Las que sobren se conservan crujientes varios días si se guardan en un bote hermético o en una lata.
Si sois muy golosos podéis preparar más cantidad de glasa y bañarlas por los dos lados para que queden completamente cubiertas o incluso, dar una segunda mano de glaseado una vez que haya secado la primera capa. Eso va en gustos.